RECICLAJE
Mientras su padre cerraba la tapa del contenedor, él, con un
palo golpeaba las manos de su madre y las manitas de sus hermanas pequeñas, que
luchaban por aferrarse al borde. Algunos dedos cayeron sobre la acera, los
recogió y entreabriendo un pequeño resquicio los introdujo de nuevo.
Los gritos aumentaron de tal modo, que aún estando lejos de
algún lugar habitado, hizo que padre e hijo, enfurecidos, destrabaran el contenedor
con ruedas, lo lanzaran pendiente abajo, lo llevaran al borde del precipicio e
introduciendo una botella prendida con líquido inflamable, lo precipitaran al
vacío. Gritos y risas se mezclaron.
Cantando, saltando y golpeándose los talones se perdieron.
Caramba, qué animalada. ¿Ves? Lo de los registros tan extremos...
ResponderEliminarUn saludo
JM
Juan Manuel debe de ser que como soy extremeño, tengo esos cambios, ja ja .
ResponderEliminarSaludos