Y restos de lágrimas en las mejillas y un charquito entre
mis pies, fueron las consecuencias de ver a mi presidente de Gobierno decir por
la tele que España era solvente, creíble y una tentación para las inversiones
extranjeras.
Después, empezaron a desfilar de uno y otro partido, a salir
a la palestra y a decir yo he defraudado tanto y el otro, pues yo más e iban
subiendo la cuantía de lo robado en un crescendo, quitándose el micrófono y a
voz en grito.
¡Extremadura independiente!, decía uno en una manifestación.
¡Mujeres al poder!. ¡Sexo gratuito!, decía otro.
Tengo
que dejar de beber.
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