domingo, 18 de marzo de 2012

I CONCURSO INTERNACIONAL DE RELATOS BREVES "SONRISA DE QUEVEDO" SOBRE HUMOR EN LA UNIVERSIDAD. - ESPAÑA - 2012 - LEGULEYO

                                   LEGULEYO



Nada que ver entre la ilusión de esta mañana cuando me dirigía en coche hacia la facultad de Derecho para continuar la carrera que había iniciado hace muchos años por la U.N.E.D. con lo que siento en estos momentos.
Creo que seguiré siendo un leguleyo* toda mi vida.
La cosa no ha empezado bien desde el principio, ya estaba en segundo con el plan antiguo, pero al pasarme a Grado con el plan Bolonia me han metido Eclesiástico, Civil y Economía y he vuelto a primero.
Si fuera joven podría haberlo asumido bien, pero con mis 60 años recién cumplidos ha sido como un mazazo.

He entrado en la clase escalonada cuando casi estaba llena y de golpe se ha hecho un silencio sepulcral y se han puesto todos de pie. Me he quedado en el quicio parado, he dicho en un susurro –“Soy compi”- y he subido por el lateral casi hasta arriba y me  he hundido en la bancada. Los murmullos y las risas han sido tan fuertes que si no fuera porque tenía que volver a bajar por la escalera, me hubiera ido ya en ese momento.
Al entrar la profesora de Civil he sido yo el único que me he levantado y se ha dirigido a mí para indicarme que la conferencia era en el aula Magna. He susurrado – Soy alumno – y me he vuelto a hundir.

* leguleyo :persona que aplica el derecho sin rigor y desenfadadamente. R.A.E.

Ha explicado que nos relacionaremos con una cosa que se llama el estumail, no tengo ni idea de lo que es, los jóvenes han sacado sus ordenadores pequeñitos ( el mío de casa es mejor y más grande ) y han empezado a teclear con varios dedos a la vez. Yo he sacado mis lápices Faber-Castell nuevos y con la punta afilada, mi sacapuntas de metal de dos agujeros, la goma Milán impoluta y mi block cuadriculado y se han quedado los cercanos anonadados y envidiosos.
Ha empezado la profesora y yo entre que no oigo bien y que ella hablaba bajito no me enteraba de nada, pero lo peor ha sido ver a los compañeros, que escribían en el ordenador, se metían mano las parejas, con el móvil usaban una cosa que luego me he enterado que se llama wasarras , todo a la vez y se reían de mí.

Cómo habrá sido el cachondeo, que la profe ha subido hasta donde yo estaba y me ha dicho que si tengo problemas nos podríamos twitear y yo le he respondido que prefiero de usted, que soy  muy clásico.
Me he asomado a la fila de delante y me he retirado asustado, he vuelto a mirar y no me explico como a la joven se la puede ver la parte de delante de la braga por detrás y al chico que estaba a su lado un calzoncillo entero de elefantitos.

Disimulando me he bajado un poco el pantalón y he tirado hacia arriba del ocean, se ha roto, pues estaba un poco pasadillo.
Ha acabado la clase y para disimular iba por el pasillo saltando con unos brincos pequeños, como con jovialidad.
Durante la hora del recreo me metí en la biblioteca para organizar mi correo y cuando le dije a la señorita que estaba detrás del mostrador lo que quería hacer me contestó – “¿Cuál?, el estumail”, y yo –“Si, si, si, es mi mail, eso”.
Después de media hora, la cola se salía por la puerta y comentaban que pusiera de santo y seña el abuelo cebolleta. Me enfadé un poco y desenchufé el ordenador y me fui.
 He salido al jardín de atrás y me han golpeado por dos veces con una pelota en la espalda, creo que querían jugar conmigo pero como no soy muy bueno en el fútbol he preferido retirarme hacia el bar.
Me dirigía hacia las puertas de cristal de la cafetería cuando un colega de la clase me ha deslizado entre las piernas un skateboard y he empezado a bracear para no caerme y he ido directo ocasionando un estropicio de vidrios por el camino, hacia la zona de buffet, cayendo en la zona de los postres.

Perdí el conocimiento y luego alguien me contó que un bedel me hizo el boca a boca y me dieron unas cuantas copas de cognac para que me recuperaba.
Entré en la siguiente clase de Eclesiástico con pocas ganas y un poco mareado, cuando la profesora ( casi todo el personal de la facultad son mujeres, si Franco levantara la cabeza ), se dirigió a mí para que me callara y me sentara, me sentó mal y empecé a bajar hacia ella, cuando el bajo del pantalón se me metió entre el zapato y el pie y me tropecé, trastabilleando, braceando y precipitándome sobre su cuerpo, cayendo en un revoltijo de brazos y piernas, quedando mi cara en sus partes pudendas.
Yo me eché a reír como un beodo loco y a ella le dio un ataque de histeria.
Vino el Decano de la Facultad, tomaron mis datos y el grupo de bedeles me  acompañaron amablemente al exterior.

Apoyado en el basamento del grupo escultórico de “Los portadores de la antorcha”, mientras me viene una náusea tras otra, decido no volver a Derecho nunca más.

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