Muerto, pero mío, vivo, pero tuyo, no sé que prefiero, la verdad. Debería dejarte porque el daño que me estás haciendo cuando te vas con otros y me lo dices y me lo echas en cara es tanto, que creo que mi corazón se va a romper en pedazos.
Quizás sea lo mejor, que me sigas humillando, degradando, hasta que yo muera de amor y entonces se te acabarán los triunfos y ya no podrás ganar la partida. En ese momento, yo, como el ave Fénix, reviviré. Y tu te irás.
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