ÉXODO A SAN SEBASTIÁN DE SILOS.
Domingo, desterrado a una ermita en 1040-1041, inicia un peregrinaje por Cañas para despedir a su familia y luego por todas las casas benedictinas que jalonan el camino de Burgos y donde es agasajado como se merece.
En todos los sitios donde pernocta, Zygentoma I el lepisma rey, distribuye a parte de sus súbditos en los libros que va dejando Domingo y en los que ya están en las bibliotecas.
Les recomienda que procreen al máximo, pues además, al no copular no pecan.
El rey Don Fernando de Castilla lo recibe con gran boato de nobles, de obispos y de siervos y en cuanto puede lo convence para que se haga cargo del Monasterio de San Sebastián, que está medio en ruinas desde el paso de los moros y la conquista de Fernán González.
Como dice el refrán “Claustro sin librería, Castillo sin armería”. Domingo se apresta a recuperar la biblioteca y el scriptorium y con los libros que ha traído y los que quedaban, nombra a un monje, armarius . Son famosos en ese tiempo Juan, Blasco, Ericón y Pedro.
Los lepismas toman posesión de la biblioteca y celebran fiestas con un banquete en el que los manjares son exquisitos, desde pergamino, papiro, dextrina, celulosa o exuvia y después, baile con cortejos nupciales y colocación de espermatóforos por las esquinas a donde son llevadas las hembras para ser fecundadas.
Zygentoma está contento con lo que ve a su alrededor, pues divisa multitud de códices visigóticos, los veinte libros de Etimología de San Isidoro, el libro del Apocalipsis con miniaturas de Don Pedro y rollos, filacterias, pergaminos que rebasan los armarium desde que trajo Don Munio y su sobrino Nunio su biblioteca.
Para San Sebastián de Silos fueron años de bonanza, pues Don Fernando y el vecino Don Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador lo favorecieron en todo, monjes, tierras y dádivas.
Domingo y los lepismas encuentran la paz en el monasterio.
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