martes, 30 de agosto de 2011

XLVII PREMIO INTERNACIONAL DE CUENTOS MIGUEL DE UNAMUNO 2011

                                   MALDITO  QUIJOTE

Va a ser la cuarta vez que intente leer el Quijote, me ha convencido el profesor  de la Universidad de Salamanca D. Miguel de Unamuno, después de leer el ensayo sobre el sepulcro del susodicho. Por mi que no quede. Me siento en mi butaca favorita, abro el libro que cruje y leo: “En un lugar de la Mancha,.......¿Qué es eso?, ¡Que asco, un bicho! y ¡se mueve!, ¡huye!, ¿que te crees tú?, ¡toma  pulgar!. ¡Menuda mancha!, ¡ ¡tendré que raspar!. Investigo.

¡Qué  majo internet!, pongo “bichejos en los libros” a ver si tengo suerte..  y ¡hala! 9.160.544 entradas en 0.09 segundos. Hoy tampoco me da tiempo a leer el Quijote.
A quien interese: se llaman pececillos de plata o Lepisma Saccharina (como el natreen , je,  je), son insectos tisanuros de la familia Lepismatidae, ¡toma ya!, tienen fototaxia negativa, por eso quería escaparse. Su vida sexual es curiosa, no copulan (como algunos), al vivir en oscuridad y en diferentes páginas el macho deja el espermatoforo pegado en algún párrafo (como algunos) y atraen con engaños a la hembra para que se preñe (como algunos). Según estoy leyendo me he dado cuenta que su vida sexual no es tan curiosa, es parecida a la humana.
Además tienen un depredador natural : La tijereta (Forficula auricularia). Me imagino a mí, llevando a la lepis de turno hacia la G con flores y bombones y que aparezca la “manostijeras” y se me corta el rollo,  fijo.
Hay foro, miles de personas. Unos,  que cómo se matan y con qué. Otros,  que salvar los lepismas. Guerra entre insectófobos e insectófilos. No sé cómo he podido vivir ajeno a  lo que se está desarrollando en el mundo. Ahora además, veo el libro de otra forma, me da un poco de miedo, es como un Universo en pequeño y, ¿quién soy yo para interferir en el destino de todos ellos?. ¡Que se fastidien y que les den!.
He vuelto a dejar el Quijote en el mueble y  no creo que lo intente nunca más. Tengo ya 59 años.

 Recuerdo:
 La primera vez estaba en el colegio, conseguí llegar al capítulo IV, cuando sale Don Quijote de la “Venta” , me di cuenta de que hablaban  raro y de que no me enteraba de nada. Por ello, decidí preguntar a mis padres y hermanas las cosas importantes del libro. Era un tipo muy viajero y chulo que se metía en donde no debía, tuvo un asunto con la Celestina (mi padre me dijo que cuando fuera mayor me lo contaría), otro follón en Fuenteovejuna y una pelea con Tartarín de Tarascon, en fin, suspendí.
En mi adolescencia tardía (sobre los 25 años), conocí a una joven de Torres de Berrellén, muy ilustrada y además con los senos turgentes. Me contó, que su pueblo sale en el Quijote y por este motivo decidí intentar leerlo otra vez. Puse mucho empeño, pero no sé si sería por mis hormonas revueltas o qué, que si leía que estaban en la trilla, acababa en la paja. Me parecía un libro erótico y todas las conversaciones entre los personajes iban a lo mismo. Cuando Don Quijote dice “ni soy de mármol, ni soy de bronce, ni ahora son las diez del día sino de noche”, me imaginaba  a Doña Rodríguez (criada de la Duquesa) insinuándose al lado de mi lecho,  y lo he hecho. Tuve que dejarlo, porque se convirtió en fijación y tenía que llevar el libro cuando iba a la cama con alguien (ahora sé que actuaba como el lepisma saccharina macho).
En la cuarentena, lo intenté otra vez. Lo llevaba encauzado,  pero un día al levantarme del inodoro se me cayó dentro. Lo recuperé y conseguí que quedara bastante decente. Pero,  entre esperar al secado y a que perdiera cierto olor a podrido, se me olvidó en el estante (ahora también sé, por qué la flora y la fauna de este libro es tan abundante).

Vuelvo a entrar en google y en el foro de internautas hay medidas para hacer desaparecer estos animalitos, desde pesticidas, hasta ecologistas que recomiendan poner al lado una patata (parece que gusta mucho a los lepismas) ,para que se introduzcan en el interior y luego hacer con ella lo que quieras.
Esto me parece actuar como Dios y yo no quiero cambiarles el ecosistema. Bastante tienen con su vida tan complicada y encima no copular (como algunos). Así es que he decidido coger el libro con guantes y salir a la calle, dirigirme a la plaza de España y sentarme en un banco debajo de las estatuas de Don Quijote y Sancho Panza, dejarlo y salir por patas  y a quien Dios se lo dé San Pedro se lo bendiga.


1 comentario:

  1. Hola Alejandro:

    Me gusta tu historia de lepismas y quijotes. Todos tenemos un poco de unos y otros.

    Un saludo

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