(242) PUTREFACCIÓN, de Epífisis
Camino entre la niebla que apenas me deja ver nada, pero sí siento ese olor hediondo que podría producirlo un cadáver y que penetra en mis fosas nasales y me llega a través de los bulbos olfatorios a los centros más primitivos del cerebro donde se estimulan las emociones y memorias, es decir las estructuras límbicas.
Este efecto es inmediato y los centros cerebrales de la neocorteza, me trae recuerdos de aquel jardín secreto, al lado del río, de mi amigo de juegos y del cuerpo de aquel gato que se cruzó en nuestro camino.
Este efecto es inmediato y los centros cerebrales de la neocorteza, me trae recuerdos de aquel jardín secreto, al lado del río, de mi amigo de juegos y del cuerpo de aquel gato que se cruzó en nuestro camino.
Era otoño y del suelo subía como un humus desde las hojas y flores marchitas, los árboles, desnudos y como esqueletos tendiendo sus brazos para apresarnos.
El miedo atenazando nuestras entrañas, pero la hombría de nuestros diez años, producía una valentía que nos obligaba a escarbar, golpear y zarandear el cadáver del felino con un palo y provocar que una nube de grandes moscas y moscones de un color verde brillante, levantaran el vuelo y lentamente vinieran a por nosotros.
Salimos corriendo y cuando creía que estaba a salvo, una mano me asió el tobillo y caí, era una raíz.
No volví.
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